Hace tiempo que estamos en GUERRA y no queremos verloHace tiempo que estamos en GUERRA y no queremos verlo

Posted by on Ene 8, 2015 in Crisis, Editorial, Media

Carta a los compañeros de Charlie Hebdo, a la ciudadanía y miembros del Estado

He visto la Yihad en la frontera Siria y la seguiré viendo en mi país, Europa es mi país y así lo siento. Este  año muchos ucranianos me preguntaban porque iba a su país a cubrir un conflicto que no era de mi incumbencia, le respondía que no lo hacía por ser buena persona. Lo hacía por dinero y egoísmo. Ucrania son las puertas de Europa, lo mismo que Turquía, y no quería que se me cayera la cara de vergüenza si algún día tuviera que pedir ayuda si mi país se veía en una situación similar. Cada conflicto es diferente pero lo que todos deberíamos ver es que el mundo es muy pequeño y cada vez somos más todos vecinos de todos. Vivimos en una aldea global continuamente comunicados pero al mimos tiempo muy aislados.

[photomosaic columns=»1″ width=»595″ height=»125″ gallery=»1″]

Fui por los mismos motivos a Siria, pero sabiendo que esa guerra ya se luchaba en muchos países que no eran solo Turquía. La falta de apoyos y mi responsabilidad profesional y personal me hicieron no entrar en la ciudad de Kobane y cubrir el conflicto desde la frontera. Desde el primer día sabía que la guerra llegaría a casa. Si es una guerra, solo se necesita uno para declararla. Mi fixer (traductor/ayudante local) me advirtió desde el principio que los luchadores kurdos tenían que saber quién era antes de entrevistarlos, envié fotos y di referencias porque si no estaban seguros terminaría mal si me confundían con un europeo que se dirigía a combatir en con el Estado Islámico. 

Carta a los compañeros de Charlie Hebdo, a la ciudadanía y miembros del Estado

He visto la Yihad en la frontera Siria y la seguiré viendo en mi país, Europa es mi país y así lo siento. Este  año muchos ucranianos me preguntaban porque iba a su país a cubrir un conflicto que no era de mi incumbencia, le respondía que no lo hacía por ser buena persona. Lo hacía por dinero y egoísmo. Ucrania son las puertas de Europa, lo mismo que Turquía, y no quería que se me cayera la cara de vergüenza si algún día tuviera que pedir ayuda si mi país se veía en una situación similar. Cada conflicto es diferente pero lo que todos deberíamos ver es que el mundo es muy pequeño y cada vez somos más todos vecinos de todos. Vivimos en una aldea global continuamente comunicados pero al mimos tiempo muy aislados.

[photomosaic columns=»1″ width=»595″ height=»125″ gallery=»1″]

Fui por los mismos motivos a Siria, pero sabiendo que esa guerra ya se luchaba en muchos países que no eran solo Turquía. La falta de apoyos y mi responsabilidad profesional y personal me hicieron no entrar en la ciudad de Kobane y cubrir el conflicto desde la frontera. Desde el primer día sabía que la guerra llegaría a casa. Si es una guerra, solo se necesita uno para declararla. Mi fixer (traductor/ayudante local) me advirtió desde el principio que los luchadores kurdos tenían que saber quién era antes de entrevistarlos, envié fotos y di referencias porque si no estaban seguros terminaría mal si me confundían con un europeo que se dirigía a combatir en con el Estado Islámico. 

Los primeros números saltaban conforme pasaban los días, 700 franceses, 500 británicos. Nos contaban que eran gente integrada que vivía en Europa y que llegaban a luchar por la Yihad lo mismo que otras nacionalidades de origen kurdo llegaban a Suruç (en la frontera) y de ahí a Kobane para luchar contra el Estado Islámico. Hay muchas cosas que no podré olvidar, a los fotoperiodistas no nos enseñan que la guerra es sonido y olor. El olor de la miseria y de los muertos,  y el sonido de los llantos y los morteros.

Fueron muchas familias las que nos contaron como decapitaban a sus hijos de 8 años en Raqqa, solo por ser kurdos y cómo eran los mercados de esclavos. Cómo Europa no lo veía o no ayudada. Los medios de comunicación me dijeron que las historias de refugiados no se contemplaban en los informativos de los próximos meses, y que no se publicaría ni una línea ni una foto, por lo menos de mi trabajo en la zona esas semanas. No pasa nada,  mi fotoperiodismo no se basa en las vías tradicionales de comunicación ni en la financiación clásica de proyectos fotográficos. La industria cambia en ese aspecto.

Pero esos mismos refugiados son los que un día y otro buscan a quien gritar sin que nadie les oiga, que lo que les ha pasado a ellos nos llegará si nadie para al Estado Islámico. Lo sorprendente es que hablamos de más de tres millones de personas desplazadas sin hogar que no tiene ni de lejos la misma repercusión mediática que los futbolistas europeos. Familias a las que les han decapitado, asesinado, violado, masacrado, mutilado a sus hijos, que a los que viven les han capado el futuro, y a pesar de eso seguimos más interesados en quien juega el sábado.

La reacción de las personas cuando llego siempre es muy parecida. Primero suelen cortar la conversación cuando les cuento cosas desagradables, no gusta, y entonces del interés se pasa a un comentario complaciente que le da un giro a la conversación. Otra reacción suele ser la negación absoluta, comentarios como “si son solo cuatro chalados”. Entonces te vienes arriba, explicas que no son solo cuatro chalados y se vuelve a dar otro giro acompañado de algún aspaviento de negación.

El terrorismo islámico no son solo cuatro locos, son un peligro mundial. Debemos escuchar a esos que lo están combatiendo y que lo están sufriendo. Esta semana hay varias madres europeas que han perdido a sus familiares en la redacción de un periódico francés.  Las acompaño en el sentimiento con lágrimas mientras escribo, porque ver una madre que pierde un hijo de cualquier nacionalidad o país que te agarra una mano y te llora porque está emocionalmente en shock de ver la cabeza de su hijo colgando es lo mismo que la madre del policía que haya visto como lo remataba a la carrera. Desde lo más profundo de mi corazón acompaño en el sentimiento a esas familias.

Para aquellos que no ponen la radio en inglés o francés, en España no dudo que veremos los mismos ataques tarde o temprano. Nos lo han dicho y repetido. El número de personas motivadas a luchar por un terrorismo islámico con pasaporte español se cuenta a decenas. Pero esto es Europa con un pasaporte europeo, y pueden retornar, en el mejor de los casos.

En Europa vivimos bien, y es normal que no tengamos noción de guerra, es más, preferimos no embarrarnos mucho porque vivimos una hace años. Pero todos podemos colaborar, ciudadanos de a pie y dirigentes. No se trata de dejar de vivir nuestras vidas para estar todo el día hablando de guerra y muerte, se trata de tener una sociedad más equilibrada donde la muerte de seres humanos torturados y asesinados no sea una mera estadística y podamos poner un mínimo de voluntad para evitarlo y solucionarlo.

Gente cercana a mi me dice, “¿Qué puedo hacer? Yo soy una madre y mi vida está del cole a casa, educar a mi hijo y mucho trabajo para sacarlo adelante”. Hay mil recetas en el día a día como ciudadano, tantas recetas como deberían aplicar los políticos. A los que  debemos motivar para que actúen.

Que nuestro concejal llame a su jefe de filas y le diga que sus ciudadanos le están reclamando acciones para ayudar a los refugiados y para armar a los que luchan en el terreno contra el Estado Islámico (estas decisiones conllevan un estudio geopolítico importante que en una sola carta me es difícil resumir, pero lo que me preocupa es que los ciudadanos motor de cualquier sociedad exijamos). Los kurdos piden armas, que un alcalde de provincia no piense que eso no va con él. Porque sí va con él, con él y con todo los que podemos pasear por una calle y que nos vuelen la cabeza con un AK-47 cuando compramos el pan.

En cuanto a los medios de comunicación, solicitamos como ciudadanos un equilibrio en la información,  que sepamos poner Siria en el mapa u otros muchos países, que tengamos equilibrio entre horas y horas de información deportiva y del corazón muy necesaria para nuestro entretenimiento, tanto como la información que nos ayuda a ser mejores seres humanos llamando a nuestro sentido civil y moral. No quiero que las noticias de conflictos arrasen, somos una sociedad que poco a poco debe cambiar pero a su ritmo, solo pido un equilibrio y es económicamente rentable para los medios y asumible para los seres humanos que ponemos la tele.

Queréis ideas sobre cómo luchar contra el terrorismo en España, hemos luchado contra el décadas ¿No? ¿Por qué no establecemos un censo nacional de pisos en alquiler para ayudar a las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado para que puedan detectar pisos francos llegados el caso?

Solo soy un ser humano que ha vivido el terror a pocos metros y lo ha fotografiado lo mismo que muchos lo veis por la televisión. No es televisión, es la vida real, y viene a por ti. Está en tu mano, nadie lo va hacer por ti. Antes de que digas como muchos países en conflicto, cómo hemos llegado a esto. Se llega por no moverse del sofá.

 

Los primeros números saltaban conforme pasaban los días, 700 franceses, 500 británicos. Nos contaban que eran gente integrada que vivía en Europa y que llegaban a luchar por la Yihad lo mismo que otras nacionalidades de origen kurdo llegaban a Suruç (en la frontera) y de ahí a Kobane para luchar contra el Estado Islámico. Hay muchas cosas que no podré olvidar, a los fotoperiodistas no nos enseñan que la guerra es sonido y olor. El olor de la miseria y de los muertos,  y el sonido de los llantos y los morteros.

Fueron muchas familias las que nos contaron como decapitaban a sus hijos de 8 años en Raqqa, solo por ser kurdos y cómo eran los mercados de esclavos. Cómo Europa no lo veía o no ayudada. Los medios de comunicación me dijeron que las historias de refugiados no se contemplaban en los informativos de los próximos meses, y que no se publicaría ni una línea ni una foto, por lo menos de mi trabajo en la zona esas semanas. No pasa nada,  mi fotoperiodismo no se basa en las vías tradicionales de comunicación ni en la financiación clásica de proyectos fotográficos. La industria cambia en ese aspecto.

Pero esos mismos refugiados son los que un día y otro buscan a quien gritar sin que nadie les oiga, que lo que les ha pasado a ellos nos llegará si nadie para al Estado Islámico. Lo sorprendente es que hablamos de más de tres millones de personas desplazadas sin hogar que no tiene ni de lejos la misma repercusión mediática que los futbolistas europeos. Familias a las que les han decapitado, asesinado, violado, masacrado, mutilado a sus hijos, que a los que viven les han capado el futuro, y a pesar de eso seguimos más interesados en quien juega el sábado.

La reacción de las personas cuando llego siempre es muy parecida. Primero suelen cortar la conversación cuando les cuento cosas desagradables, no gusta, y entonces del interés se pasa a un comentario complaciente que le da un giro a la conversación. Otra reacción suele ser la negación absoluta, comentarios como “si son solo cuatro chalados”. Entonces te vienes arriba, explicas que no son solo cuatro chalados y se vuelve a dar otro giro acompañado de algún aspaviento de negación.

El terrorismo islámico no son solo cuatro locos, son un peligro mundial. Debemos escuchar a esos que lo están combatiendo y que lo están sufriendo. Esta semana hay varias madres europeas que han perdido a sus familiares en la redacción de un periódico francés.  Las acompaño en el sentimiento con lágrimas mientras escribo, porque ver una madre que pierde un hijo de cualquier nacionalidad o país que te agarra una mano y te llora porque está emocionalmente en shock de ver la cabeza de su hijo colgando es lo mismo que la madre del policía que haya visto como lo remataba a la carrera. Desde lo más profundo de mi corazón acompaño en el sentimiento a esas familias.

Para aquellos que no ponen la radio en inglés o francés, en España no dudo que veremos los mismos ataques tarde o temprano. Nos lo han dicho y repetido. El número de personas motivadas a luchar por un terrorismo islámico con pasaporte español se cuenta a decenas. Pero esto es Europa con un pasaporte europeo, y pueden retornar, en el mejor de los casos.

En Europa vivimos bien, y es normal que no tengamos noción de guerra, es más, preferimos no embarrarnos mucho porque vivimos una hace años. Pero todos podemos colaborar, ciudadanos de a pie y dirigentes. No se trata de dejar de vivir nuestras vidas para estar todo el día hablando de guerra y muerte, se trata de tener una sociedad más equilibrada donde la muerte de seres humanos torturados y asesinados no sea una mera estadística y podamos poner un mínimo de voluntad para evitarlo y solucionarlo.

Gente cercana a mi me dice, “¿Qué puedo hacer? Yo soy una madre y mi vida está del cole a casa, educar a mi hijo y mucho trabajo para sacarlo adelante”. Hay mil recetas en el día a día como ciudadano, tantas recetas como deberían aplicar los políticos. A los que  debemos motivar para que actúen.

Que nuestro concejal llame a su jefe de filas y le diga que sus ciudadanos le están reclamando acciones para ayudar a los refugiados y para armar a los que luchan en el terreno contra el Estado Islámico (estas decisiones conllevan un estudio geopolítico importante que en una sola carta me es difícil resumir, pero lo que me preocupa es que los ciudadanos motor de cualquier sociedad exijamos). Los kurdos piden armas, que un alcalde de provincia no piense que eso no va con él. Porque sí va con él, con él y con todo los que podemos pasear por una calle y que nos vuelen la cabeza con un AK-47 cuando compramos el pan.

En cuanto a los medios de comunicación, solicitamos como ciudadanos un equilibrio en la información,  que sepamos poner Siria en el mapa u otros muchos países, que tengamos equilibrio entre horas y horas de información deportiva y del corazón muy necesaria para nuestro entretenimiento, tanto como la información que nos ayuda a ser mejores seres humanos llamando a nuestro sentido civil y moral. No quiero que las noticias de conflictos arrasen, somos una sociedad que poco a poco debe cambiar pero a su ritmo, solo pido un equilibrio y es económicamente rentable para los medios y asumible para los seres humanos que ponemos la tele.

Queréis ideas sobre cómo luchar contra el terrorismo en España, hemos luchado contra el décadas ¿No? ¿Por qué no establecemos un censo nacional de pisos en alquiler para ayudar a las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado para que puedan detectar pisos francos llegados el caso?

Solo soy un ser humano que ha vivido el terror a pocos metros y lo ha fotografiado lo mismo que muchos lo veis por la televisión. No es televisión, es la vida real, y viene a por ti. Está en tu mano, nadie lo va hacer por ti. Antes de que digas como muchos países en conflicto, cómo hemos llegado a esto. Se llega por no moverse del sofá.